domingo, 16 de enero de 2011

La teoría de las ventanas rotas

Esto me llegó por correo electrónico, me pareció interesante así que te invito a leerlo y pensar si lo que dice es cierto y si eso es lo que ocurre en nuestro país:

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo
realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la
calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó
en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro
en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos
abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de
especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada
sitio.
Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser bandalizado en
pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo
aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el auto
abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.
Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que
coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de
izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el
auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una
semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto.


El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la
violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del
barrio pobre.
¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente
seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la
psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto
abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de
despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia
de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Cada nuevo ataque que
sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos
cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia
irracional.
En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron
la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista
criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido,
la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto
estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y
esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se
cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de
velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces
comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.
Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente
abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por
temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son
progresivamente ocupados por los delincuentes.


La respuesta de los estudiosos fue más contundente; ante el descuido y el desorden crecen muchos males sociales, tan solo vea un ejemplo en casa,; si un padre de familia deja que su casa tenga algunos desperfectos, como pintura de las paredes en mal estado, malos hábitos alimenticios, malas palabras, falta de respeto entre los miembros del núcleo familiar, etc.etc. poco a poco se caerá en un descuido de las relaciones interpersonales entre sí y comenzarán entonces a crear malas relaciones con la sociedad y quizá algún día llegarán a caer en prisión.


Esa pude ser una hipótesis de la descomposición de la sociedad mexicana, la falta de apego a los valores universales, la falta de respeto de la sociedad entre si, y hacia las autoridades y viceversa, la corrupción en todos los niveles, la falta de cultura y educación, la falta de oportunidades ha generado un país con ventanas rotas.


La solución yo no la tengo estimado lector pero he comenzado a reparar mi casa, estoy tratando de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia, le he pedido a mi esposa que evite decir malas palabras delante de nuestros hijos, también hemos acordado no mentir y aceptar las consecuencias de nuestros actos con valor y responsabilidad, pero sobre todo dar una buena dosis de educación a nuestros hijos, con esto y con la ayuda de Dios espero comenzar a cambiar en algo lo que antes hubiera hecho mal, he soñado que los míos repitan esto el día de mañana, con la finalidad de que los nietos de mis hijos vean un nuevo México sin ventanas rotas.


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